jueves, 15 de octubre de 2020

129 AÑOS ...MANUEL VALLEJO, EL FARAÓN SIN CORONA.

 

          MANUEL VALLEJO, 129   AÑOS.

            Manuel Jiménez Martínez de Pinillos, Manuel Vallejo para la grandeza del flamenco, vino al mundo un 15 de octubre de 1891 en Sevilla con aires jerezanos en sus pulmones, ya que sus lamentos, dicen que se escuchaban por  sones siguiriyeros  del Sr. Molina. De eso hace  129 años ya.

Baste esta pequeña broma introductoria para devolver una ínfima porción de realidad flamenca al cantaor más  antológico completo y redondo que haya nacido hasta hoy. Un cantaor enciclopédico, como le gusta a la afición flamenca recordar a sus grandes maestros y Manuel Vallejo estuvo, está y estará en ese exclusivo olimpo por méritos  contrastados y reconocidos, de forma tardía, pero ahí están. Hoy desde Emilio Jiménez Díaz hasta Manuel Martín Martín, han reconocido el evidente e injusto marasmo que sufrió Vallejo por motivos ajenos a su valía como artista.

      Y es que desde su muerte en 1960 hasta 1990, Vallejo no existe en la memoria colectiva flamenca. Tres décadas de silencio para vergüenza de la afición y orgullo de unos cuantos; de plumillas bebedoras y mejores comedoras, como diría aquel periodista con mayúsculas.

Pasarán ¡treinta años! Para volver a oir hablar de nuevo del pequeño cantaor sevillano, a raíz de la celebración que le organizan sin complejo alguno, sus biógrafos oficiales, a los que cariñosamente conocemos como  Los tres Manolos”:  (Yerga Lancharro, Centeno y Cerrejón). El motivo no puede ser más apropiado, el centenario de su nacimiento en 1991 .El lugar elegido : “Torres Macarena”. Una de las peñas flamencas con más solera de Sevilla.

 Dos semanas de homenajes y conferencias con respetuosas opiniones  de voces  nada sospechosas como la de Miguel Ríos Ruiz, Miguel Acal, Gonzalo Rojo  o Ángel Álvarez Caballero. Todos con sumo respeto aportan datos que contrastan con ese silencio que parece nadie quiere acometer.

Ni siquiera Chano Lobato cuando recuerda las rarezas de Manuel, sólo comenta que no aceptaba la presencia de quienes no mostraban respeto ante su persona. Que el mismo tomaba en “La Campana”  cafés con el maestro y veía cosas que no le gustaban y entendía perfectamente su proceder.

Juan Valderrama, Luis Caballero, Enrique Orozco y La Niña de la Puebla estarán esa primera semana de octubre de 1991, intentando acercar con vivencias y datos la alargada sombra de Vallejo. También se lanza una edición especial  de “Sevilla Flamenca”. Se tira la casa por la ventana y Pasarela edita una bella caja numerada de mil unidades, con un muy acertado disco, una réplica de la II Llave de Oro ganada en 1926 y un llavero de la Copa Pavón ganada en 1925. Toda una “joya”magníficamente ilustrada que no intenta paliar nada, salvo el flagrante silencio cometido hacia un profesional que no merece por personalidad artística y antológica obra, semejante trato. Un legado que Vallejo construyó durante cuatro décadas y que otros se encargaron de borrar, o cuando menos, ocultar de la bibliografía oficial.

 

 

 Manuel Vallejo conoció tres épocas muy distintas a lo largo de su vida profesional. La inicial, formativa, que le lleva hasta 1920 y coincide con el final de una etapa flamenca; otra de éxito en calidad y cantidad que podemos fechar entre 1923 y 1950 y una tercera de ostracismo hasta su muerte en 1960.

    Lo que nunca conoció Manuel Vallejo en vida fue la mediocridad. Sus últimas grabaciones de 1950, con Paco Aguilera a la guitarra son de un temple y una calidad exquisita. Nada tienen que envidiar a las primeras de 1923 con Ramón Montoya. Su poderosa voz, permanece segura  y con el timbre tan visceral que siempre le caracterizó. Parece mentira estar escuchando al mismo Vallejo de los años veinte, ahora con sesenta años a cuestas.

Mantener ese nivel con un repertorio de más de 20 palos diferentes le dan derecho propio a estar en cabeza de cartel tres décadas seguidas. Derecho a pasar a la historia del flamenco como leyenda sagrada a la misma altura de la genial Niña de los Peines, quien siempre que pudo alabó en público y privado su figura.

 Vallejo estará los mismos treinta años, pero oculto  en un cajón de fandangueros y otros estilos que molestan al flamenco de turno en estos años 60 y 70. Cantes y cantaores que desaparecen de la escena y lo más grave, de la historia escrita flamenca. Sólo  porque  no interesan en los años venideros.

        En 1891 ya muerto Silverio y con un joven  Antonio Chacón que todavía no se ha ganado el “ Don”, viene al mundo Vallejo. Son tiempos de Cafés Cantantes donde un pequeño Manuel apenas puede asomar el cogote por edad en estos ambientes. Sin embargo, pregona por las calles sevillanas vendiendo toda clase de viandas y despertando en el vecindario una atención y un interés que jamás perdería ya durante décadas.

 

 

Vallejo es el cantaor más completo que he escuchado. No son palabras mías, lo dijo en plenitud una tal Pastora Pavón Cruz.  Y es que la Niña de los Peines sabía muy bien ya en los años treinta cómo se las gastaba el pequeño gran cantaor payo de la vieja calle San Luis. Sabía, como compañera de faena, que Vallejo tenía cristalitos en la barriga para alicatar tres cuartos de baño. Ahora bien, ¿Vallejo es el mejor cantaor de la historia? No. ¿Cantaores mejores? , seguro. ¿Más jondos?, por supuesto  y ¿con una voz más flamenca?, a montones.         Pero ¿que hayan cantado tanto como Vallejo y de forma tan redonda en el tiempo?…pocos. Sólo en esta balanza nos aparece la imagen de La Pastora Divina.

En estos años (1920-1950) Vallejo deja grabadas 23 siguiriyas de todos los estilos; 24 bulerias con un dominio del compás y una velocidad que hacen jalear al más pintado; otras tantas saetas; 17 malagueñas; 28 granadinas y medias; 8 fandangos por soleá (creación personal) y así hasta casi 150 placas que dan unos 245 cantes para deleite de todas las generaciones.

¿Quién deja semejante legado? ¿Escacena?,¿El Mochuelo?

Y lo más ¡¡¡flagrante!!!

¿Quién dejando semejante legado puede ser arrinconado y olvidado en un triste cajón treinta años?

Afortunadamente esto no siempre fue así. Manuel Vallejo tuvo una personalidad muy fuerte, retraída, rara, que le granjeó pocas amistades en vida y muchos problemas. Otra cosa es su trono profesional que se mantuvo seguro y firme mientras estuvo encima de un escenario. En algunos de sus cantes grabados hace referencias  tanto él mismo como los que le jalean:  y  decían que no podía”,“eso es cantar…”…se escucha de fondo en muchos de sus cantes.

 

En sus primeros años  se pateará toda España aprendiendo el duro oficio de los escenarios en eternas turnés. Siempre muy bien acompañado y aprendiendo un serio oficio  que merece toda su dedicación.

Manolo Cerrejón en su homenaje  en forma de libro, junto a Juan Luis Franco: “Manuel Vallejo: Vida y obra de una leyenda del flamenco”( Giralda,2002) , incluye una multitud de carteles donde se aprecian las interminables giras hasta fuera de España y el rango que va adquiriendo nuestro pequeño gran cantaor.

Barcelona será una plaza donde pasará varios años de su juventud aprendiendo los sinsabores del cante, en una década (1920) donde las cosas están cambiando muy rápido para el país y donde el flamenco no iba a ser menos. Parece sacar la cabeza de los cuartos, de los escasos cafés cantantes y reservados, para suscitar el interés de otros campos culturales más extensos como teatros y plazas. Los jóvenes y no tan jóvenes desean dignificar el flamenco llevándolo a otros ambientes y dando a conocer una música que se intenta buscar un sitio en una España emergente y convulsa.

 Será el Concurso de Granada de 1922 el que abrirá la puerta de par en par hacia nuevos escenarios donde recibir al flamenco. Grandes personalidades culturales como Falla y Lorca juegan en otra dimensión y su interés como músicos por el cante jondo hará de espaldarazo para salir de la cueva donde lleva metido el cante doscientos años.

Que hoy, un siglo después de ese primer concurso, se siga hablando de aquello, de lo que allí sucedió, es algo digno de análisis. Se recuerda al Tenazas de Morón y a un joven Niño Caracol de doce años como los ganadores. Pero quien de verdad salió ganador fue el propio flamenco, que aprovecha la prensa del momento y la visión empresarial y teatral del evento, para dejar inaugurada  una nueva etapa para nuestro arte.

La mal llamada:  “Ópera Flamenca”, que pese a quien le pese, es la época dorada del cante flamenco por calidad y cantidad. Casi un centenar de profesionales los que brillarán en esta nueva etapa flamenca. Unos más completos que otros, pero todos con aportaciones de una manera u otra al flamenco.

No creo que haya habido muchos ejemplos en la historia ni de la música ni de cualquier otra representación artística con semejante nivel de influencia en el resultado final. De calidad contrastada. Sería digno de estudio a nivel socioeconómico, el momento en que  el flamenco empezó a ser una salida laboral para ganarse la vida ejerciendo de profesional del cante en estas tres décadas (1920-1950). El nivel alcanzado para ello que jamás se ha vuelto a repetir. La profesión que hasta entonces había sido pasto de maleantes, cuatro borrachos y gente de mala vida, queda fijada en estos años como una profesión de la que poder aglutinar multitud de salarios, de responsabilidades. Antes se “lismonea” al cantaor de cuarto cuando algún señorito quería fiesta. Esto duró más de un siglo. Ahora son teatros y compañías las que encierran familias enteras que vivirán del trabajo de unos contratos y registros laborales. Se lleva lo jondo a otras dimensiones bajo unos cánones muy establecidos. Con intereses, porcentajes y beneficios de empresarios muy interesados.

Tanta variedad de melismas y riquezas flamencas jamás se han vuelto a escuchar como en esta época. Sólo con nombrar a cuatro de ellos es suficiente para alcanzar una mínima visión de lo que fueron esos años con dos guerras de por medio y del nivel donde Vallejo reinó: Don Antonio Chacón, Pastora, Marchena y Cepero. Todos brillan con luz propia durante esta denostada etapa. Sí denostada. Nunca le han atizado más al flamenco que en esta etapa de  Ópera Flamenca.  

Siempre se dijo que no existen cantes buenos o malos, sólo existen cantes buenos y cantes mejores y suenan igual de bien en un teatro como en un cuarto. Lo que hay es que buscar a cantaores dignos, buenos o geniales que llenen teatros o plazas de toros.

 

Está pasando hoy día con jóvenes que meten a cincuenta mil personas en una plaza de toros y ciertas plumas quieren volver a rescatar la “ confusión”. No señores, el flamenco tiene más de dos siglos de talento en sus vitrinas con  una base sólida donde beber. Para los que quieran beber de esas fuentes.

 Vallejo en el adiós de  Chacón, ya no se bajará del primer escalón del cartel. Cobrando más que nadie, recibirá premios en férrea competencia tanto de Marchena, Pepe Pinto o Cepero. No aparece un Vallejo de 33 años como por arte de magia para ganar la Copa Pavón. No estuvo en Granada en el 22 y pudo haber estado en ese mítico concurso, salvo que tuvo problemas serios de voz y alguna que otra inseguridad personal que no le animó a asistir.

Pero Vallejo ya estaba hecho como cantaor y cuando recibe la copa Pavón en 1925, Don Antonio le dice aquello de: “te la doy porque te la mereces, pero “la vieja” (por Marchena) ganará más dinero que tú”. Sabias palabras de quien veía en Vallejo al más fiel heredero del cante flamenco tradicional, o si quieren, cante puro. Aunque no me gusta nada ese término “pureza”. Otro complejo más del que desprenderse. Dejémoslo ahí.

Chacón, el genial cantaor jerezano, ya muy trillado en 1926, cuando le otorga la  II Llave de Oro a Vallejo, sabe que Pepe Marchena es otra cosa y que lleva un baúl extra en su cabeza, corazón y garganta.

Es curioso ver que la II Llave de Oro la otorga Don Antonio Chacón y la entrega en mano Manuel Soto Loreto, Manuel Torre para la afición y cuya presencia en ese acto (sin galgos) cierra para mí la cuadratura  flamenca. Ninguna otra llave puede tener la GRANDEZA FLAMENCA  que tiene la de Vallejo en 1926. ¡ Es imposible !

 

 

 

 Don Antonio Chacón y Manuel Torre que debieran tener las suyas propias por duplicado, como  también Pastora Pavón, que son las almas y biblias flamencas hasta entonces y pasados ya cincuenta años de la primera entrega; ellos que han llevado el cante del XIX al XX ,desde la ultratumba a los teatros y plazas.

Son ellos quienes tienen el HONOR de darle a un joven y pequeño cantaor llamado Manuel Vallejo la  2ª Llave de Oro del cante. ¡Ea!  ¡Ahí queda eso!

Manuel Vallejo como leyenda flamenca merece memoria eterna por su singular personalidad como artista, por una  originalidad creadora en fandangos y cantes festeros  y su pleno conocimiento durante más de tres décadas del oficio de cantaor. ¿Se imaginan ustedes lo que supone reinar en cualquier campo artístico durante esa barbaridad de tiempo? 

Pues eso es lo que hizo Vallejo desde 1923 hasta 1952. Dominar el mundo del cante en España de principio a fin. Un mundo donde se topó con enormes rivales que intentaron bajarle de ese pedestal que ocupó mientras pudo grabar, mientras fue “el faraón” del cante flamenco. Y aún  así, todavía Sevilla le niega una mísera escultura en alguno de sus múltiples parques .No hace falta que sea en el barrio de la  Macarena. ¿Qué podemos hacer la afición para poder ver restaurado este ilustre apellido en Sevilla?          ¡¡¡ Pero si hasta un singular juglar callejero como Luis Navas tiene en Córdoba su escultura a tamaño natural !!!

¿Qué necesita Manuel Vallejo para que su casa le devuelva una ínfima parte del prestigio ganado por el pequeño cantaor republicano? ¿Dinero? … ¿Políticos? … Ahí van los primeros 500 €  si de eso se trata…pero que la Confederación de Peñas Flamencas de Sevilla o quién correspondan ,no hagan nada año tras año…lustro tras lustro…década a década  y que hasta la mismísima Rosalía rescate unos  tangos de Manuel y pegue el pelotazo…es para darle la patá a la bici o mandarles a todos a…   

El año próximo  serán 130.

¡¡¡  VIVA  VALLEJO !!!

 

viernes, 7 de agosto de 2020

60 años sin VALLEJO.

 "60 AÑOS QUE DEJÓ DE RESPIRAR".

Un 7 de agosto de 1960 daba su último suspiro el genial cantaor sevillano MANUEL VALLEJO.
Estando en el Café Maravillas se indispuso y una semana después murió, casi sólo y totalmente olvidado en la ciudad que durante dos décadas le vio reinar.
Desde entonces, cada año recordamos fechas señaladas como implorando por Manuel.¿Qué necesidad hay de eso?
Vallejo fue Llave de Oro y primera figura de cartel siempre.
Hace 30 años se le dio un gran homenaje en la peña Torres Macarena,que ayudó a recuperar en parte su presencia para la afición y hoy está más vivo que nunca gracias a músicos como Morente (Omega) o a la mismísima Rosalía. Así que dejemos de pedir la luna a ciertos políticos, que ni saben ni van a querer saber quién fue un cantaor que lleva 60 años bajo tierra extraña.
Celebremos poder disfrutar de su antológica obra (238 cantes en 13 Cd´s) con una calidad sonora muy decente y dejar descansar esos vinilos y cintas negras.
Sólo muy de cuando en cuando y a cuenta gotas, iremos redescubriendo a la persona que hubo detrás de tan brillante flamenco, gracias a impagables esfuerzos particulares de personas como Cerrejón,Bohórquez o Martín Ballester .GRACIAS y
¡Viva Vallejo!
Un fuerte abrazo.

https://www.youtube.com/watch?v=4K7RFZEtTxA&fbclid=IwAR0e_iucl0pgeJB2k7DzRcQG43asft3ikgdJmKYQVopjClDMYjZAmsW1nDE


La imagen puede contener: 1 persona, texto que dice "La Catalina El Manisero El Huerfanito Maria la O Hablar Quisiera Ni Carmela ni Pilar Eres Como Los Judios Estan Tocando a Misa Pregones por Bulerías Valientemente Serrana Negra que sea la Bayeta Ni aquel que nazca cantando The Golden Ti m of Cante 1920-1930 REMASTERED Manuel Vallejo"

martes, 12 de mayo de 2020

ÁRBOL GENEOLÓGICO DE MANUEL VALLEJO (I)

NUEVOS DATOS: GENEALOGIA DE MANUEL VALLEJO - RAICES
Apelldo: Jimenez.

La ascendencia familiar más lejana de Manuel Jiménez Martínez de Pinillo “Manuel Vallejo” que, yo he investigado, la encuentro en los albores de mediados del siglo XVIII. Para ellos tenemos que viajar en el tiempo hasta la localidad sevillana de Paradas, lugar donde se produce el nacimiento de Juan Jiménez Cabello (bisabuelo por línea paterna del cantaor Manuel Vallejo), que vino al mundo el día 23 de septiembre de 1797, hijo de José Jiménez y Juana Cabello. Quizás buscando una mejor forma de vida, Juan Jiménez marcho a vivir a Sevilla donde, contrajo matrimonio con Ana Salazar Planerez (bisabuela por línea paterna del cantaor Manuel Vallejo), (Sevilla 1800) hija de Agustín Salazar y de Maria Planerez.
Juan una vez instalado en la capital hispalense, ejerció el oficio de albañil. En el año 1862, el matrimonio estaba domiciliado en la sevillana calle Coliseo nº 3, perteneciente a la parroquia de San Pedro, vivienda, como era muy habitual en aquellos años, compartida con varios vecinos más. Fruto de este matrimonio nació en Sevilla el día 15 de noviembre de 1841 Joaquín Jiménez Salazar (abuelo por línea paterna de Manuel Vallejo.
Joaquín Jiménez Salazar, al contrario de su nieto Manuel Vallejo que, no fue un hombre de mucha estatura 1m. 580 milímetros, fue más alto que este y que la media nacional que a mediados de siglo no estaba muy por encima de 1 m., 650 milímetros Joaquín fue llamado a quintas en el año 1862, siendo su tallaje el de 1m.723 milímetros. Alego ser hijo de sexagenario, certificando con ello informe del párroco de Paradas, sus razonamientos fueron considerados quedando exento de ingresar a filas.

Apellido: Vallejo.

En la localidad extremeña de Olivenza (Badajoz), nació en el año 1805 Antonio Vallejo Martin, (bisabuelo por línea paterna del cantaor Manuel Vallejo), hijo de Francisco Vallejo y Francisca Martin (pronto dejo atrás el paisaje extremeño para instalarse de forma definitiva en Sevilla, contrajo matrimonio con Rita Molina (bisabuela por línea paterna del cantaor Manuel Vallejo). En el año 1865, consta domiciliado con sus hijos en la sevillana calle Paladero nº 10, perteneciente a la parroquia del Salvador, su oficio era el de vendedor de pescado. Por las fechas citadas ya había enviudado de su primera esposa Rita Molina, antes de ese suceso, nacieron fruto de esa relación que yo tenga conocimiento cinco hijos: Josefa Vallejo Molina (Sevilla 1828), consta tener 37 años. Hija de Antonio y Rita. Padrón de 1865 Antonio Vallejo Molina (Sevilla 1831), consta 34 años de edad, casado, pescadero, hijo de Antonio y de Rita. Padrón de 1865. Manuel Vallejo Molina (Sevilla 1844. Bautizado en Salvador), consta 21 años, soltero, cortador, Hijo de Antonio y Rita, Quinta 1863 dado por inútil. Padrón de 1865. Manuela Vallejo Molina (Sevilla 1849), consta tener 16 años. Hija de Antonio y Rita. Padrón de 1865. Para el último lugar hemos dejado a Dolores Vallejo Molina (Sevilla 1841).
El destino quiso que, estas dos familias descritas hasta ahora se entroncasen familiarmente Joaquín Jiménez Salazar, (abuelo por linaje paterno del cantaor Manuel Vallejo), aquel joven de padre paradeño y madre sevillana se unió en matrimonio con Dolores Vallejo Molina (abuela por linaje paterno del cantaor Manuel Vallejo) . En el padrón anteriormente citado de la calle Paladero nº 10 de 1865, ambos ya constan como matrimonio, domiciliados con el resto de la familia Vallejo. Joaquín empezó a ejercer el oficio de su suegro Antonio Vallejo, esto es, el de pescadero. Por estas fechas el joven matrimonio aun no habían tenido descendencia, no tardaría en llegar el fruto de su amor.
El día uno del caluroso mes de agosto de 1865 a las once de la noche nació Manuel Jiménez Vallejo (padre del cantaor Manuel Vallejo). Domicilio calle Paladero nº 10. Parroquia del Salvador.

Apellido: Martínez de Pinillo
Francisco Martínez de Pinillo Martin (Sevilla 1836). Oficio: Empleado (Abuelo por linaje materno del cantaor Manuel Vallejo), hijo de José Martínez de Pinillo y de Desamparado Martin. Contrajo nupcias con Antonia Vara Gavino. (Sevilla 1842).Hija de José Vara y Francisca Gavino. El matrimonio en el año 1875 estaba domiciliado en la calle Guzmán el Bueno nº 4 de la parroquia de la Sagrario, junto a ellos aparece una niña que según padrón contaba la edad de seis años, la hija del matrimonio Manuela Martínez de Pinillo Vara, la que con el tiempo se convertiría en la madre del cantaor Manuel Vallejo.
En 1895 el matrimonio Martínez de Pinillo Vara ocupaba la vivienda nº 81 de la Calle Palmas, perteneciente a la. Parroquia de San Lorenzo. La familia había crecido y en el año 1879 habían vuelto a ser padres, esta vez fue un varón José Martínez de Pinillo Vara (tío por linaje materno del cantaor Manuel Vallejo)
Continuara…….
A. C. Escobedo.


NUEVOS DATOS: GENEALOGIA DE MANUEL VALLEJO - RAICES II.

Continuación.

En los padrones del año 1900 y 1902, la familia estaba domiciliada en la calle Santa Ana nº 30 de la parroquia de San Lorenzo.
De Manuel Vallejo tenemos referencias que eran muy devoto del Cristo del Gran Poder, y como un extraordinario saetero que también fue en más más de una Semana Santa le canto. Se entiende que sus abuelos maternos y su tío José que durante varios años fueron vecinos cercanos de la parroquia de San Lorenzo, lugar donde permanece el Cristo del Gran Poder. Manuel que seguro que los visitaría con cierta frecuencia, debió de familiarizarse con el mencionado Cristo, muy querido y venerado por el pueblo sevillano
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Padres y hermanos del cantaor Manuel Vallejo.

Manuel Jiménez Vallejo (Padre del cantaor Manuel Vallejo), quedo huérfano de padre siendo muy niño, cuando él nació en el año 1865, su padre contaba la edad de 23 años, en el padrón de Sevilla del año 1875, su madre Dolores Vallej
o Molina que, contaba entonces 33 años de edad ya había enviudado de su marido Joaquín Jiménez Salazar. En el citado año vivía en el hogar paterno junto a su hijo Manuel que entonces contaba 10 años de edad. El padre de Dolores, Antonio Vallejo Martin que había enviudado de su primera esposa Rita Molina, contrajo segunda nupcias con Faustina Delgado Alfaro (Ayamonte - Huelva 1825) Toda la familia, inclusive los hermanos de Dolores estaban domiciliados en la calle Leoncillos nº 10.
Manuel Jiménez Vallejo contrajo matrimonio con Manuela Martínez de Pinillo Vara, fruto de esa relación, vinieron al mundo cinco hijos por este orden.
Joaquín Jiménez Martínez de Pinillo (1887) Manuel Jiménez Martínez de Pinillo (15-10-1891) Manuel Vallejo Anastasio Jiménez Martínez de Pinillo (1894) Antonio Jiménez Martínez de Pinillo (1896) Dolores Jiménez Martínez de Pinillo (1898) Fallecida a corta edad.

DOMICILIOS DONDE HABITARON MANUEL VALLEJO CON SUS PADRES Y HERMANOS

Libro de Empadronamiento Año 1895. Calle Padilla Nº 1. Parroquia San Marcos Libro de Rectificación de Empadronamiento Año 1899 Plaza de Santa Marina nº .7. Parroquia de Sta. Marina. Libro de Empadronamiento Año 1900. Plaza de Santa Marina nº .7. Parroquia de Sta. Marina. Libro de Rectificación de Empadronamiento Año 1902. Calle Bustos Tavera nº 6 bajos. Parroquia Sta. Catalina.
Dolores Vallejo Molina (abuela por linaje paterno de Manuel Vallejo), siempre vivió con su hijo Manuel, su nuera Manuela y nietos hasta el final de sus días.

Su nacimiento

Manuel Jiménez Martínez de Pinillo “Manuel Vallejo” nació en la ciudad de Sevilla a las 12 horas del día 15 de Octubre de 1891, en la casa número 1 de la barreduela de Padilla, situada en el barrio de San Marcos. La inscripción de su nacimiento se efectuó en el registro civil del distrito de San Roman.

Su muerte

A las 15,30 horas del domingo 7 de Agosto de 1960, como consecuencia de "ictus apopléticos". Manuel Vallejo dio el último suspiro de vida en el Hospital de de las Cinco Llagas, conocido también como Hospital Central y Hospital de La Macarena.
Reconocimientos más relevantes a lo largo de su vida artística.
El 24 de Agosto de 1925 conquista la Copa Pavón en el madrileño Teatro Pavón de la calle de Embajadores, por un jurado presidido por don Antonio Chacón. En su actuación, fue acompañado por el guitarrista don Ramón Montoya. En el concurso intervinieron los artistas: El Mochuelo, Cojo de Málaga, Escacena y Pepe Marchena.

De la mano del dueño de los sonios negros Manuel Torre recibió Manuel Vallejo la noche del cinco de octubre de 1926 la “Llave de Oro del Cante”, era la segunda llave que se hacía entrega dentro de la historia del arte flamenco. La primera fue concedida al cantaor portuense Tomas Vargas Suarez “Tomas El Nitri”, en el último tercio del siglo XIX en la localidad sevillana de Carmona, recibiendo dicho galardón de la mano de Antonio Franco Camacho “Tío Maero” (Alcalá de Guadaira 1840+1919 Carmona).

El día 14 de Febrero de 1982 se procedió a la inauguración de una placa en su memoria colocada en la fachada de la casa número 28 de la calle San Luis, entrada actual de la que ocupó el número 1 de la llamada barreduela de Padilla, donde nació Vallejo, de esta forma la ciudad de Sevilla le rendía tributo a uno de los mejores cantaores que se han dado dentro de la historia del mundo flamenco.
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A. C. Escobedo.

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